"Sé bueno, Sé pobre"

“Sé bueno”, éste es el título con el que se presenta un libro de lectura para niños de tercer grado de la década del 30. Ese mandato es acompañado en página 3, entre otras tantas cosas, por el siguiente párrafo:

“La bondad, inclinación a hacer el bien, es uno de los sentimientos más puros y delicados.
La bondad es consoladora y dulce para el desgraciado: hace amables a las personas y suaviza muchas asperezas.
La bondad se manifiesta en las palabras, en las modulaciones de la voz, en las miradas, en la expresión del rostro y... hasta en los ademanes. Florece en la sonrisa y se revela expresivamente en el cordial apretón de manos.
Es difícil resistir al benéfico influjo de la bondad.”

Después enumera algunas  actitudes que acercarán al niño a la bondad:

¡Digamos las palabras buenas...
Demos el apretón cordial de manos...
Alentemos los esfuerzos bien intencionados.
Disculpemos errores que nosotros también podemos cometer...


Quién puede dudar de la necesidad de transmitir valores que formen en el niño sentimientos que lo enaltezcan y lo hagan correr presto en la ayuda de un congénere.
Pero para ello se supone que los conceptos de bondad, solidaridad, respeto a la ley, buenas palabras, etc, etc deben replantearse.
Cuando hablamos de la “Década del 30” en la Argentina hablamos de “La década infame”.
En estos años de esplendor del tango cantado por Carlos Gardel tenemos como prólogo situaciones que colocan a un grupo social muy por arriba de otro.
Por un lado, unos pocos recorren Europa llevando sus vacas en los navíos para tomar su propia leche, construyen mansiones, son “dueños” de miles de hectáreas conseguidas de manera inescrupulosa, explotan a propios y ajenos en los campos y en la fábricas, dictan leyes para expulsar del país a todo aquel que se digne a pedir una reivindicación obrera, etc. etc.
Por el otro, inquilinos en huelga por el abuso de los dueños de conventillos infectos, asociaciones de civiles se convocan como “Liga patriótica” para actuar como fuerza parapolicial, miles de obreros son asesinados en la Patagonia a favor de capitales ingleses, y otra vez etc.
Y luego de este prólogo, ya en la “Década infame”, presenciamos el primer golpe de estado, el asesinato del Dr. Bordabehere en el Senado Nacional, el “Fraude Patriótico”, y otro largo etc.
Y es aquí, en este contexto, en un mundo que ya sabe de la plusvalía, de los derechos civiles, de revoluciones populares, de sociología, que fue visitado por movimientos obreros en Bélgica, con las teorías de Marx, con Gramsci; aquí cuando se postula “Sé bueno”
¿Entonces, ser bueno qué significaba para la época o qué se quería hacer creer al niño para cuando fuera un ciudadano con derechos o sin ellos?


Dos pequeñas pinceladas de adoctrinamiento:

En el libro “Alfarero” 1942. Ed. Kapelusz se encuentra este fragmento en uno de sus textos:


La aguja de mi madre
.../
¡Cómo te ingenias para disimular la pobreza, con un remiendo o un zurcido tan fino, tan fino, que apenas se ve!
Tu agujita, jugando entre tus dedos hábiles, prolonga la vida de las prendas humildes, adapta la ropa de los mayores al cuerpo de los más pequeños, o borda letras delicadas en el guardapolvo escolar y en los pañuelos.
El silencio y las fatigas del día llenan ahora tus ojos de sueño. La aguja va y viene con más lentitud.
.../


"
El niño generoso ” de Nuestro libro (Texto de lectura para segundo grado) Año 1923, Ed. Kapeluz

Niño que a vivir empiezas,
si con un pobre tropiezas:
sé bueno, sé generoso
y ofrécele cariñoso
parte de tu pan, si acaso
tu misericordia implora,
que es una obra redentora
socorrer a un ser humano.
¡Tiende al caído la mano
y consuela a aquel que llora!

José I. Caffarena

Preguntas, reflexiones, dudas

Es obvio el asalto de algunas preguntas: ¿A quiénes se formaban con  estos valores? ¿Habrán sido Varela, Falcón o Lugones hijo formados en esta moral? ¿La burguesía se educaba con estos libros? ¿Dónde estaba la poesía “El niño generoso”  cuando se educaban Onganía, Martínez de Hoz o Alzogaray? ¿Sería el objetivo educar u oprimir al soberano?
¿Eran buenos los que aceptaban la división de clases? ¿Decir “palabras buenas” era decir “Sí, patrón”, “lo que usted pueda”? ¿Disimular la pobreza y no luchar para salir de ella era “ser bueno”?

Es muy probable que muchos de los educadores que marcaban a los niños con estas lecturas no supusieran que estaban replicando pobreza u opresión. Estos valores y otros similares los habían recibido ellos en la escuela o en las clases de religión.

Por eso uno quizá hoy deba preguntarse si actitudes que se entienden valorables no están representando intereses contrarios a los que uno supone defender.
Cuando estamos enseñando a clasificar la basura o a reciclar ¿No estamos permitiendo que los que generan montañas de basura para publicidad de sus productos nos encajen a nosotros lo que deberían cuidar ellos? ¿Será peor la utilización de detergentes para lavar vajillas que tirar la cantidad de cartón y plástico que tiran las empresas de comida rápida? ¿Será bueno que se lleve a los niños de excursión a lugares donde los jóvenes empleados no tienen delegados que luchen por sus derechos?

“Sé bueno” era la consigna de Kapelusz para los niños de tercer grado de la primera mitad del siglo XX. ¿Cuál sería la consigna hoy? ¿Sé pasivo televidente? ¿Compra en cuotas? ¿Sé vegetariano? ¿Recicla? ¿Come vidrio? ¿Mima a Willy?

Dos textos más para seguir buceando en algún lugar dónde puede llegar a estar el origen de algunas respuestas automáticas:

UNA TARDE DE LABOR (fragmento)
Sé bueno, libro de lectura para tercer grado, Año 1934, Ed. Kapeluz

Pasó la resolana y el bochorno de la tarde calurosa.

Don Santiago, la patrona, sus hijos Luisa y Juan y Carlitos, formaron grupo bajo la sombra que proyectaba un macizo de árboles,...
Poco después bebieron sendos vasos de leche fresquita y cada cual se dirigió a cumplir sus tareas diarias.
Juan y un peón se dedicaron a separar los terneros de las madres y llevarlos a otro cuadro.
Don Santiago, con otro peón, fueron hasta el alfalfar para continuar el corte, mover el pasto segado por la mañana para orearlo bien y emparvarlo antes de que lloviera.
Doña Carola fué hasta el gallinero, lanzó un estridente "prrrree. . . prrrree. . . ", que en un instante congregó a todas las aves, les arrojó su ración de maíz y regresó con un alto de ropa ya lavada. A la sombra, se dispuso a repasarla cosiendo y remendando.
Luisa y Carlitos regaron el jardín y algunos almácigos. Terminada esta tarea, la hacendosa chica alisó la ropa ya revisada por su mamá.
Todo era actividad en el tambo que don Santiago atendía con perseverancia e inteligencia.
Su familia cooperaba de distintas maneras, y la prosperidad era la justa compensación que esa buena gente recibía.

El trabajo (fragmento)
El sembrador, libro de lectura. Año 1925, Ed. Estrada
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El trabajo es ley de la vida.
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Dondequiera que volvamos la mirada, veremos a todos los hombres cumpliendo esta ley, grandes y pequeños, ricos y pobres, de día y de noche, en todas partes, en el mar y en la tierra, en los buques y en las ciudades, en los campos y en las montañas.
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El trabajo es la gloria del hombre.
Suele decirse que el rico no trabaja.
Nada menos cierto. Su trabajo, seguramente, no es igual al del hombre que gana su sustento diario. El suyo es diferente. Y muchas veces más duro que el de los demás.
Su amo, su patrón, es su riqueza. Naturalmente que existen ricos que se entregan al ocio. Pero éstos viven rodeados del menosprecio de todos.
.../

Para esa misma época también podría haber formado parte de la literatura para los alumnos “El niño yuntero” de Miguel Hernández.
Así no fue, pero aprovechando a J.M. Serrat y la musicalización del poema, podemos escucharlo.

Jorge Narducci

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